martes, 23 de marzo de 2010

The Horror of Dracula y el comienzo de la Dupla Lee / Cushing



Luego del éxito de La maldición de Frankenstein, de 1957, la pequeña y modesta productora birtánica Hammer Films, dio el puntapié inicial a su serie de horror gótico, tras comprarles los derechos a Universal, haciendo versiones de clásicos del género muy bien logradas desde una visión distinta a la original

La lógica segunda entrega no podía ser otra que Drácula (1958), en la que se mantuvo el equipo de producción de la anterior: Terence Fisher en dirección, Jimmy Sangster en el guión, Jack Asher para la notabilisima fotografía en technicolor, James Bernard en la música y los incomparables Christopher Lee y Peter Cushing como intérpretes principales.

Sangster escribió un guión potente y sólido, eliminando el poder de metamorfosis del vampiro -dado el tema presupuestario-. Fisher, por su parte, pudo lograr una de las mejores adaptaciones cinematográficas de Drácula que existe desde el punto de vista cualitativo, independientemente de su fidelidad a la obra de Stoker.

Con esta obra, el director le otorga al vampirismo un carácter carnal, mucho más palpable, real y cercano. La fotografía en color colabora con los elementos funcionales a la acción. Una de las cualidades de Fisher es integrar el decorado dentro de la película, sin dejar nada al azar.

El extraordinario elenco dota al film de una grandiosa fuerza: Christopher Lee es un Drácula que demuestra poder y majestuosidad, además de ser atractivo y muy cruel a la vez. Da sensación de cercanía, pero también de repulsión. Peter Cushing es un Van Helsing inteligente, analítico y cerebral, así como un hombre que tiene claros sus objetivos. En lo que respecta a Carol Marsh, interpreta a una Lucy dulce y débil durante la enfermedad, quien tras ser convertida en mujer vampiro da rienda suelta a sus desviaciones carnales y a sus deseos físicos, muy presentes en las películas de la Hammer.

Es justo en ese deseo carnal donde Fisher crea una concepción del vampiro nueva, ya que el de Murnau era muy sombrío, un ser de la noche que desaparece con el sol. Entre tanto, el vampiro de Browning era un personaje de opereta, un excéntrico, irónico y distante que se paseaba por Londres. El drácula de Fisher es una criatura más realista, sólida y que, sobre todo, se transforma derechamente en un ser con un poderoso atractivo sexual.

La muerte del personaje deja de manifiesto un ser de carne y hueso inmerso en la horrenda pobredumbre en la que se descompondrá. No queda claro el lugar donde se desarrolla la historia pero lo más probable es que sea Europa Central. El drácula de Fisher ataca a la sociedad victoriana pero sus creadores son ingleses y va dirigido al público británico, el cual tiene definidos ciertos valores como la familia, el matrimonio, la pureza y la castidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario